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domingo, 19, mayo, 2024
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No hay ateos en las trincheras

No hay ateos en las trincheras

Si quieren que diga la verdad he dudado en sincerarme, ya que cuando se pierden las formas, también se pierde la supuesta razón. Es lógico, que cuando se genera desconfianza se transforme en un prudente distanciamiento.

Después de un puñado de meses parecía que la normalidad volvía a su cauce. Pues bien, en una noche de Entraeta de 2016 mantuve una conversación con un festero, y con franqueza me dijo: -No és la primera volta que em parlen de tu, i de forma desfavorable, però et conec de tota la vida per lo que pense que es una putada el que fan amb tu. M’ho diu un amic que sempre a tengut la meua confiança…-.

Este asunto no es nuevo, hace meses otras amistades dijeron algo parecido. Y no tuve más remedio que replicar para evitar consecuencias mayores, firmando mis escritos como se puede constatar en otras ediciones de este semanario. En realidad, no me satisface ocultarme en una esquina y cuando nadie me ve lanzar piedras al tejado de enfrente. Así están las cosas y no sé si debo agradecer a “alguien” el interés por mantener en vilo mi reputación, pero de mi conciencia tengo las ideas claras. Debe ser triste y frustrante lo que tiene que sentir una persona para desearle el mal a otra. Recientemente Ximo Puig i Ferrer, President de la Generalitat, comentó: -Fomentar l´odi no és res cristià-.


Entiendo que lo inteligente hubiese sido concertar una reunión para aclarar dudas y posibles diferencias, es lo que se hace cuando las personas razonan. Visto lo visto, pienso que no era viable, la realidad habla por sí sola, me explicaré: si la memoria no me falla, jamás hemos tomado café juntos. No somos del mismo grupo de amistades.

Desconozco sus aficiones, si es del Barça o del Real Madrid, o si practica algún deporte. Ignoro sus pensamientos políticos, si es de talante moderado o radical, aunque cierto indicio indica la preferencia. Referente a la Fiesta, recuerdo que hace un montón de años, de pasada, me comentó que poseía una foto donde desfilábamos junto con otros niños en los Moros Viejos. Si no hemos mantenido ni una simple conversación de historia, de teatro o de música, no es necesario afirmar que no tenemos nada en común.

En las tres o cuatro ocasiones que escribí en esta publicación, sobre este asunto, no obtuve respuesta, pues, pensé en un cambio de actitud. Pero es evidente la presencia de gestos o intencionalidades. Por inercia la balanza no se ladea, es la manipulación sistemática la que consigue la inclinación a un lado. Seria propio conocer de primera mano lo que a los demás se dice de este servidor y que en ocasiones me llega a través de terceras personas. Sería adecuado hacerlo a través de este medio de comunicación.

Si es así, dé por hecho que le contestaré, sólo tiene que reseñar nombre y apellidos y exhibir su D.N.I. a la dirección de El Carrer. “No hay ateos en las trincheras”, aforismo que tiene algo de cierto, ya que no suelo ir a la iglesia, pero cada 14 de mayo, acudo a la cita con San Bonifacio y en esta ocasión recé: -En la verdad, debe haber unidad; en lo dudoso, libertad para opinar; pero siempre y en todo caso caridad, piedad, respeto para toda persona, viva o muerta-.  

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