No hay ateos en las trincheras
Si quieren que diga la verdad he dudado en sincerarme, ya que
cuando se pierden las formas, también se pierde la supuesta razón.
Es lógico, que cuando se genera desconfianza se transforme en un
prudente distanciamiento.
Después de un puñado de meses parecía
que la normalidad volvía a su cauce. Pues bien, en una noche de
Entraeta de 2016 mantuve una conversación con un festero, y con
franqueza me dijo: -No és la primera volta que em parlen de tu, i de
forma desfavorable, però et conec de tota la vida per lo que pense
que es una putada el que fan amb tu. M’ho diu un amic que sempre a
tengut la meua confiança…-.
Este asunto no es nuevo, hace meses
otras amistades dijeron algo parecido. Y no tuve más remedio que
replicar para evitar consecuencias mayores, firmando mis escritos
como se puede constatar en otras ediciones de este semanario. En
realidad, no me satisface ocultarme en una esquina y cuando nadie me
ve lanzar piedras al tejado de enfrente. Así están las cosas y no
sé si debo agradecer a “alguien” el interés por mantener en
vilo mi reputación, pero de mi conciencia tengo las ideas claras.
Debe ser triste y frustrante lo que tiene que sentir una persona para
desearle el mal a otra. Recientemente Ximo Puig i Ferrer, President
de la Generalitat, comentó: -Fomentar l´odi no és res cristià-.
Entiendo que lo inteligente hubiese sido concertar una reunión
para aclarar dudas y posibles diferencias, es lo que se hace cuando
las personas razonan. Visto lo visto, pienso que no era viable, la
realidad habla por sí sola, me explicaré: si la memoria no me
falla, jamás hemos tomado café juntos. No somos del mismo grupo de
amistades.
Desconozco sus aficiones, si es del Barça o del Real
Madrid, o si practica algún deporte. Ignoro sus pensamientos
políticos, si es de talante moderado o radical, aunque cierto
indicio indica la preferencia. Referente a la Fiesta, recuerdo que
hace un montón de años, de pasada, me comentó que poseía una foto
donde desfilábamos junto con otros niños en los Moros Viejos. Si no
hemos mantenido ni una simple conversación de historia, de teatro o
de música, no es necesario afirmar que no tenemos nada en común.
En las tres o cuatro ocasiones que escribí en esta publicación,
sobre este asunto, no obtuve respuesta, pues, pensé en un cambio de
actitud. Pero es evidente la presencia de gestos o intencionalidades.
Por inercia la balanza no se ladea, es la manipulación sistemática
la que consigue la inclinación a un lado. Seria propio conocer de
primera mano lo que a los demás se dice de este servidor y que en
ocasiones me llega a través de terceras personas. Sería adecuado
hacerlo a través de este medio de comunicación.
Si es así, dé por
hecho que le contestaré, sólo tiene que reseñar nombre y
apellidos y exhibir su D.N.I. a la dirección de El Carrer. “No hay
ateos en las trincheras”, aforismo que tiene algo de cierto, ya que
no suelo ir a la iglesia, pero cada 14 de mayo, acudo a la cita con
San Bonifacio y en esta ocasión recé: -En la verdad, debe haber
unidad; en lo dudoso, libertad para opinar; pero siempre y en todo
caso caridad, piedad, respeto para toda persona, viva o muerta-.