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domingo, 19, mayo, 2024
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El monumento al zapatero cumple 50 años

Por: Mari Carmen Rico Navarro. Cronista oficial de la villa de Petrer.

En Petrer no tenemos muchas esculturas significativas dignas de resaltar. Pero hoy queremos referirnos a una que nos acompaña desde hace ahora 50 años y se dice pronto. Nos estamos refiriendo al monumento al zapatero de la plaza de San Crispín del que hasta hoy no conocíamos su historia pero que ha sido testigo de nuestros juegos y correrías por este singular espacio. Recuerdo perfectamente cuando se colocó y lo extraño e innovador que nos pareció en aquel momento este monumento que rinde homenaje al zapatero.

Petrer como pueblo industrial que tiene como referente la industria del calzado tenía que tener un monumento que le rindiera homenaje. Y como no podía ser de otra manera éste tenía que estar en la plaza que se rotuló a mediados de los años 60 con el nombre del patrón de los zapateros, talabarteros y curtidores.

Fue en enero de 1970 cuando se le encargó a Enrique Romeu-Fernández Palacios, arquitecto municipal, el proyecto de ornato y urbanización de esta plaza donde confluyen las calles País Valencià, Pintor Vicente Poveda, Mª Luisa Ruiz, Doctor Marañón, Doctor Fleming y Pétrola. que tuvo un coste de 1.059.787 ptas. y unos años después, en 1982, se realizaron obras de ampliación. Aunque ha habido posteriores remodelaciones y ampliaciones este monumento ha sobrevivido a todas ellas y siempre ha estado contemplando el día a día de los vecinos de esta zona y de todo los que solemos frecuentarla.

La escultura representa a un zapatero y se inauguró el domingo 31 de octubre de 1971, fecha próxima al 25 de octubre día que se celebraba en Petrer la festividad de San Crispín. En la escultura aparece el nombre del escultor: A. Carrillo. 1971. Se colocó siendo alcalde Pedro Herrero Herrero, al acto de inauguración asistió parte de la corporación y fue muy concurrido como muestran las imágenes. El reportaje fotográfico de este acto lo debemos a Heliodoro Corbí Sirvent, cronista gráfico, excelente fotógrafo y mejor persona al que tuve la suerte de conocer y querer.

Respecto al escultor Adrián Carrillo García poco conocíamos hasta este momento tan solo una inicial y su primer apellido y ello porque la escultura aparece firmada. Nació en Alicante el 7 de julio de 1914, fue, además de escultor e imaginero, profesor de dibujo en la Escuela de Trabajo de Benalúa y un prometedor constructor de fogueres en las que estuvo seis años en activo con el siguiente palmarés: ocho monumentos plantados, dos ninots indultats, tres primeros premios y un máximo galardón. También colaboró con el maestro Gastón Castelló y con su amigo el escultor Daniel Bañuls, en cuyo taller picaría piedra reproduciendo tipos naturales.

Carrillo remodeló el cielo de escayola del Teatro Principal de Alicante y a finales de los años cuarenta comenzó a vivir de la escultura de encargo y de las reparaciones y producciones religiosas. Hasta que en sus últimos años pudo sumergirse por completo en una obra personal, contundente, de curvas subrayadas, primero de ondas clásicas mediterráneas y luego de volúmenes geométricos abstractos, siempre muy terrenales y de iconografía cotidiana y familiar. Republicano y creyente, para desarrollar su oficio fue esencial el artesano, escultor, e imaginero Miguel Carrillo Soler, su padre, natural de Relleu, de familia ebanista, con taller en la calle san Nicolás, y a quien ayudaría preparando fogueres en vacaciones o en horas libres del instituto. Dispuesto a acelerar su carrera, Carrillo mostraría su primera exposición con solo 17 años. Libre del servicio militar por ser hijo de padres muy mayores, la guerra, no obstante, le impidió estudiar Arquitectura y le arrastró a Valencia, luchando con el rango de comisario en los frentes republicanos de Andalucía y Extremadura. Una década después, formaría parte del planeta intelectual alicantino de postguerra. Adrián Carrillo trabajaba a diario, sistemáticamente, en encargos privados o públicos. Su primer taller estuvo al principio de la calle san Carlos, cerca de Las Cigarreras, trasladándose luego a la de Juan Ortega, en san Blas. Su legado es una amplia y renovada colección de grupos escultóricos, estatuas, relieves o murales procesados con materiales distintos pero armónicos (piedra, hormigón, madera o hierro), en Alicante y en otras ciudades cercanas como en Petrer. También en La Vila Joiosa (La Mareta); en la iglesia de El Realengo, Crevillent, o en Elx (monumento a Camilo José Cela).

Creador de muchas esculturas, Carrillo aún respira a través de más de 40 obras visibles en numerosos zaguanes de viviendas privadas o al alcance: en el Banc Sabadell de La Rambla (La familia, el trabajo y el ahorro); en el edificio de Obras Públicas de La Muntanyeta; en el extinto Hotel Carlton; en la fachada de Ibermutuamur (Alfonso, el Sabio, 37); en la Autoridad Portuaria; en el Conservatorio (antes Colegio de Huérfanos Ferroviarios); o en las iglesias de san Gabriel y Ciudad de Asís, con el busto del inolvidable padre Ángel de Carcaixent. Falleció a los 65 años en Alicante donde una calle lleva su nombre. Su hijo es el escultor, pintor y ceramista Adriano Carrillo Valero.

He querido compartir con vosotros estas singulares imágenes y este momento que supuso que Petrer contase con un monumento al zapatero que siempre le ha dado un carácter especial a esta plaza. Un monumento que cumple 50 años y podemos decir que Petrer fue pionero respecto a pueblos vecinos en dedicar un monumento a este oficio que ha sido y nos gustaría que continuase siendo una seña de identidad de nuestro pueblo. En próximas crónicas haremos referencia a cómo se celebraba la festividad de San Crispín en Petrer que incluía, entre otros actos, la edición de un programa de actos, misa en la ermita de San Bonifacio y procesión.

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